Impacto de las ZBE en la distribución urbana

“Los grandes cambios no avisan: simplemente llegan y nos obligan a adaptarnos.” — Desconocido

Las ciudades están respirando de nuevo. Pero para quienes trabajan en la distribución urbana, cada nueva Zona de Bajas Emisiones (ZBE) supone un reto. Restricciones de acceso, multas, necesidad de renovar flota y reorganizar rutas. ¿Cómo encajar todo esto sin perder eficiencia ni clientes?

Tomemos el caso de Javier, responsable logístico de una empresa de reparto en Sevilla. En 2023, su flota diésel fue vetada del centro histórico. Lo que parecía una crisis, se transformó en oportunidad: optó por vehículos eléctricos y colaboraciones con hubs urbanos. Hoy sus tiempos de reparto han mejorado y su empresa proyecta una imagen más responsable.

Las ZBE no son una moda pasajera. Se han convertido en una realidad regulada por ley y se expanden por todas las ciudades españolas. Para la logística, esto implica redefinir completamente la distribución en la última milla, adaptando vehículos, horarios, rutas y plataformas logísticas.

Pero también abre puertas: las flotas limpias tienen prioridad de acceso, las ayudas públicas para electrificación se multiplican, y la optimización tecnológica es cada vez más accesible.

Es el momento de reinventarse. Las empresas que se anticipen saldrán ganando en agilidad, reputación y cumplimiento normativo.

Ejemplo real

Distribuciones Montesa, en Madrid, implementó un modelo de microhubs logísticos en el perímetro de la ZBE. Desde ahí, realiza entregas con bicis eléctricas y furgonetas de cero emisiones. Resultado: más entregas en menos tiempo y ningún coste por restricciones.